“Entre las normas que lesionan el derecho de las personas a la libertad religiosa, merece una mención especial la ley contra la blasfemia en Pakistán: Animo de nuevo a las autoridades de ese País a realizar los esfuerzos necesarios para abrogarla, tanto más cuanto es evidente que sirve de pretexto para cometer injusticias y violencias contra las minorías religiosas. El trágico asesinato del Gobernador del Punjab pone de manifiesto la urgencia de proceder en este sentido: la veneración a Dios promueve la fraternidad y el amor, no el odio o la división”.
Este era el llamamiento a favor de la derogación de la muy discutida norma – en concreto los artículos 295-B y 295-C del Código Penal paquistaní – dirigido el lunes 10 de enero a las autoridades del país por Benedicto XVI en su tradicional discurso al Cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede. Estas palabras han sido suficientes para provocar un pandemónium en el país asiático, en el que la religión es cada vez más un factor de profunda división, es más, que ha dividido a toda la sociedad.
Como refiere la agencia Fides, el foro islámico Tehrik-e-Tahaffuz-e-Namoos-e-Risalat (TTNR o Alianza para defender el honor del Profeta) ha anunciado para mañana, 14 de enero, después de la tradicional oración del viernes, una manifestación nacional de protesta contra el Pontífice. La red transversal nació el mes pasado en reacción a la movilización a favor de Asia Bibi, la mujer acusada de (presunto) ultraje al Profeta y condenada a muerte por ahorcamiento el 7 de noviembre por un tribunal de la provincial del Punjab.
El anuncio de la manifestación confirma la continua islamización y radicalización del país, un fenómeno del que no se salvan ni las más altas esferas paquistaníes, incluyendo la judicial. El que ha lanzado la red TTNR ha sido de hecho el abogado de treinta años Rao Abdur Raheem, cuya organización de jóvenes abogados – una vez considerada una fuerza de la democracia – aprobó el reciente asesinato del gobernador del Punjab, Salman Taseer, y considera a su asesino, Malik Mumtaz Hussain Qadri (26 años), un “héroe”. Por este motivo, la Asian Human Rights Commission (AHRC) ha pedido en un comunicado enviado a la agencia Fides (12 de enero) que se acuse a los responsables de la TTNR por “haber instigado públicamente al homicidio de personas inocentes”.
Ya en los días pasados, representantes político-religiosos condenaron la intervención del Santo Padre. Como refiere AsiaNews (12 de enero), el secretario general de uno de los más viejos partidos islámicos de Paquistán - el Jama'at-e-Islami (JI) -, Liaquat Baloch, calificó anteayer las palabras del Papa Ratzinger como “locuras”, porque ponen en peligro “la seguridad de los cristianos paquistaníes”. Para el jefe islamista, el asesino del gobernador del Punjab gozaría además del apoyo “de toda la nación”. En un comunicado difundido tras el asesinato de Taseer, el JI hizo culpable de hecho al ex gobernador: no debía haber deshonrado a 170 millones de paquistaníes definiendo la ley sobre blasfemia una “norma oscura” (New American, 11 de enero).
Pero el discurso del Santo Padre ha recibido también aplausos y adhesiones. “Es el momento de asumir posturas firmes y de promover la libertad religiosa. Yo también apoyo las palabras del Papa por la derogación de la ley sobre la blasfemia, porque se usa solo para dirimir controversias personales”, afirmó a AsiaNews (13 de enero) el jefe del consejo islámico de Islamabad, el mullah Mehfuz Ahmed. También el jefe del departamento de estudios islámicos en la Quaid-e-Azam University de Islamabad, Muhammad Asad Shafique, ha aprobado la intervención de Benedicto XVI. En su opinión, el discurso ha llegado en un “momento crucial” y el proceso contra el asesino de Taseer será “un banco de pruebas para el sistema judicial” de su país. Y como observa un muy conocido experto musulmán, Waqas Ali Wasti, incluso el fundador de Paquistán, Muhammad Ali Jinnah (1876-1948), sería hoy muerto por extremistas islámicos “con falsas acusaciones de blasfemia”
Mientras tanto, el marido de Asia Bibi ha podido visitarla en la cárcel de Sheikhupura, en los alrededores de Lahore, capital de provincia del Punjab. Como recogen fuentes de la agenciaFides (12 de enero), la mujer está cansada y preocupada, y se siente constantemente en peligro. “¿Quién nos protegerá ahora? Estamos todos en peligro”, dijo Bibi en reacción a la muerte del gobernador. Su preocupación no es en absoluto exagerada. Según el jefe de la asociación que asiste a la familia de la mujer – la Masihi Foundation –, Haroon Bsrket Masih, “hoy hay 10 millones de potenciales asesinos de Asia. Taseer ha sido asesinado; el ministro Shahbaz Bhatti o el ex ministro Sherry Rehman han sido condenados a muerte por los extremistas”. El imán de la mezquita de Mohabat Khan (la más grande de Peshawar), Maulana Yousuf Qureshi, ha ofrecido una recompensa de 500.000 rupias (unos 4.500 euros) para quien mate a la mujer (AsiaNews, 4 de enero).
Hablando con Fides, Masih criticaba por otro lado al Gobierno del primer ministro Yousaf Raza Gilani, del PPP (Pakistan Pe ople Party). “El gobierno, con el primer ministro Gilani y el ministro de Justicia, ha dicho abiertamente que no pretende modificar en modo alguno la ley sobre blasfemia. El ejecutivo es rehén de los fundamentalistas: de esta forma se aleja de los rpincipios y de la visión democrática y legitima patentes violaciones de los derechos humanos. Me pregunto: ¿hoy quién tiene el poder en Paquistán? ¿El gobierno o los líderes religiosos radicales?”
También el obispo de la diócesis de Islamabad-Rawalpindi, monseñor Rufin Anthony, ha expreaado su propia sorpresa por la actitud del Gobierno Gilani, presionado por los extremistas. Bajo las presiones de los partidos religiosos, “ha llevado a cabo un giro de 180° sobre las enmiendas a la ley sobre la blasfemia”. Así lo declaró el prelado a AsiaNews (12 de enero).
En resumen, la atmósfera en Paquistán se hace cada vez más incandescente. Y deben tomarse en serio las amenazas de muerte dirigidas contra el ministro para las Minorías, el católico Shahbaz Bhatti, y la ex ministro y actual diputada Sherry Rehman, que al final de noviembre presentó una propuesta de ley sobre la blasfemia. “Hoy vivimos tiempos particularmente difíciles en los que cualquier ciudadano liberal en Paquistán corre el riesgo de ser asesinado por los fanáticos”, admite Peter Jacob, secretario de la Comisión “Justicia y Paz” de la Conferencia Episcopal de Paquistán (Fides, 13 de enero). De hecho, no olvidemos que para el más grande diario en lengua urdu de Paquistán, Jang, “quien apoya a un blasfemo es a su vez un blasfemo” (Agence France-Presse, 5 de enero).
Por Paul De Maeyer, traducción del italiano por Inma Álvarez
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