CIUDAD DEL VATICANO, sábado 1 de enero de 2011 (ZENIT.org).- En su intervención con ocasión del Ángelus del 26 de diciembre, el Papa Benedicto XVI denunció las “absurdas violencias” contra los cristianos, que han ensangrentado estas fiestas navideñas en algunos lugares del mundo.
“Nuestro mundo sigue estando marcado por la violencia, especialmente contra los discípulos de Cristo”, afirmó, confesando haberse enterado ““con gran tristeza” del atentado en una iglesia católica en Filipinas, mientras se celebraban los ritos del día de Navidad, y del “ataque a iglesias cristianas en Nigeria”.
“La tierra se ha manchado una vez más de sangre en otras partes del mundo como en Paquistán”, añadió.
El Papa expresó sus “sentidas condolencias por las víctimas de estas absurdas violencias”, reiterando su llamamiento “a abandonar el camino del odio para encontrar soluciones pacíficas de los conflictos y dar a las queridas poblaciones seguridad y serenidad”.
En ese día de la Sagrada Familia, “que vivió la dramática experiencia de tener que huir a Egipto por la furia homicida de Herodes”, el Papa quiso recordar también a “todos aquellos – en particular a las familias – que son obligados a abandonar sus propias casas a causa de la guerra, de la violencia y de la intolerancia”.
Por esto, invitó a los presentes a unirse a él en oración “para pedir con fuerza al Señor que toque el corazón de los hombres y traiga esperanza, reconciliación y paz”.
Importancia de la familia
El Papa centró su intervención en la fiesta del día, la Sagrada Familia, afirmando que a los primeros testigos oculares del nacimiento de Jesús, los pastores, se presentó “la escena de una familia: madre, padre e hijo recién nacido”.
“¡Qué importante es, entonces, que cada niño, al venir al mundo, sea acogido por el calor de una familia!”, exclamó.
“No importan las comodidades exteriores: Jesús nació en un establo y como primera cuna tuvo un pesebre, pero el amor de María y de José le hizo sentir la ternura y la belleza de ser amado”.
“No importan las comodidades exteriores: Jesús nació en un establo y como primera cuna tuvo un pesebre, pero el amor de María y de José le hizo sentir la ternura y la belleza de ser amado”.
“De esto necesitan los niños: del amor del padre y de la madre. Esto es lo que les da seguridad y lo que, al crecer, permite el descubrimiento del sentido de la vida”, subrayó el Papa.
La Sagrada Familia, añadió, “es ciertamente singular e irrepetible, pero al mismo tiempo es “modelo de vida” para toda familia, porque Jesús, verdadero hombre, quiso nacer en una familia humana, y haciendo así la bendijo y consagró”.
Por esto, el Pontífice concluyó exhortando a las familias a que “no se desanimen frente a las pruebas y a las dificultades, sino que cultiven siempre el amor conyugal y se dediquen con confianza al servicio de la vida y de la educación”.
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