KELKHEIM, jueves 27 de enero de 2011 (ZENIT.org).- Los cristianos de Túnez piden que se rece por el final feliz de la renovación del Gobierno. Desean paz y tranquilidad en esta situación extremamente tensa en la calle, especialmente en la capital.
Según testimonios de fuentes cristianas locales recogidos por la obra de ayuda Open Doors,existe preocupación de que las acciones de protesta pidiendo más democracia y libertad acaben de nuevo en enfrentamientos violentos.
Para los cristianos, además, permanece la incertudumbre de cómo les afectará el cambio de un régimen autoritario. En Túnez, el islam es la religión del Estado, por lo que el cambio a una democracia donde todos puedan tener voz y voto es incierto.
En este momento, en la lista que elabora Open Doors con los cincuenta países en los que más se persigue a los cristianos, Túnez ocupa el puesto 37. Junto a los judíos, los cristianos en Túnez son una pequeña minoría. La mayoría de los aproximadamente 22.800 cristianos son extranjeros.
Un cristiano tunecino pregunta: “¿Qué va a cambiar dentro de poco para nosotros? Bajo la presidencia de Ben Alí la situación no era buena, pero teníamos un cierto grado de libertad para parcticar nuestra fe. Pero hay que rezar para que en el futuro tengamos más libertad y podamos compartir con los musulmanes nuestra fe sin que esto tenga consecuencias graves”.
Tunez ha firmado los tratados internacionales que salvaguardan los derechos humanos, y que incluyen el derecho a cambiar de religión y el de propagar los contenidos de la propia fe.
La mayoría de los 10,2 millones de habitantes de Tunez son musulmanes. Aunque el islam sea la religión del Estado, tiene fama de tolerancia con los cristianos. La Constitución protege la libertad de conciencia y la libre práctica de la religión, también para otras religiones. La única condición es que no se ponga en peligro el orden público.
El cambio de religión no está condenado por ley, pero está oficialmente prohibido. Compartir con un musulmán el Evangelio se considera un intento de conversión o proselitismo, y también está prohibido.
La Iglesia católica goza de reconocimiento, tiene sus propios edificios – entre ellos la catedral de Tunez –. Pero otras minorías, como los cristianos evangélicos, desde la independencia del país en 1956, no tienen el estatus de grupo religioso reconocido. Esta situación en la práctica les pone en un estado de ilegalidad, viéndose obligados a reunirse en lugares privados.
Los conversos del islam tienen grandes dificultades en sus familias. A menudo no encuentran o pierden su lugar de trabajo.
Desde 2007, los cristianos de procedencia musulmana viven bajo una presión más fuerte. Los cristianos extranjeros son examinados con más intensidad. Creen que sus teléfonos están intervenidos. Los pastores de las comunidades extranjeras están bajo vigilancia, y la importación de libros cristianos, especialmente de lengua árabe, encuentra muchas dificultades.
Por Michaella Koller, traducción del alemán por Angela Reddemann
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