En la capital de Indonesia, Yakarta, se inauguró el pasado domingo 6 de febrero la “Semana para la Armonía Interreligiosa” una iniciativa patrocinada por las Naciones Unidas, con una ceremonia en el estadio “Istora Senayan”, donde el 9 de octubre de 1989 el Papa Juan Pablo II celebró una misa. Pero detrás de los discursos de cortesía y las invitaciones a la tolerancia recíproca y aceptación se esconde, por desgracia una poco agradable realidad.
Lo demuestra la noticia publicada por AsiaNews que el pasado martes 8 de febrero una multitud de musulmanes enfurecidos atacaron y destruyeron tres iglesias en Temaggung, capital de gobierno en la provincia del Java Central. Entre estas iglesias estaban la parroquia católica de san Pedro y san Pablo, un orfanato cristiano y un centro sanitario de las Hermanas de la Providencia. Durante la refriega fue herido el párroco, padre Saldanha, misionero de la Sagrada Familia, mientras trataba de proteger el Tabernáculo y la Eucaristía.
El motivo que ha suscitado la ira de la multitud ha sido la condena a cinco años de cárcel, veredicto “demasiado suave” ya que se pedía la pena de muerte, a un cristiano acusado de proselitismo y blasfemia, Antonius Richmond Bawengan de 58 años. El hombre, nacido en la provincia de Sulawesi Septentrional, fue arrestado el pasado octubre por distribuir material misionero, considerado ofensivo para el islam. La turba asaltó en primer lugar el tribunal, para después manifestarse por las calles incitando a la violencia: “matar, matar” y “quemar, quemar” (Jakarta Globe).
“Estamos conmocionados por este suceso. La violencia nunca es una buena solución. Pedimos a todos, musulmanes y cristianos, que afronten todas las cuestiones de forma civilizada y con espíritu de fraternidad. Invito a todos los fieles católicos y a todos los cristianos a no reaccionar ante la violencia. Queremos dar un signo de paz para todos”, dijo a Fides monseñor Johannes Pujasumarta, arzobispo de Semarang y secretario de la Conferencia Episcopal de Indonesia (KWI o Konferensi Waligereja Indonesia), que habló de una “violencia planificada y orquestada”. El arzobispo envió también un mensaje a los fieles.
Sus palabras fueron confirmadas por el jesuita Ignacio Ismartono, experto de los obispos indonesios para el Diálogo interreligioso. “El aumento de la intolerancia – en un contexto como el indonesio, caracterizado por la convivencia pacífica – hace pensar que existan fuerzas oscuras que quieran alimentar la tensión en la sociedad. La violencia en Temagungg había sido preparada días antes, pero la policía no ha hecho nada para prevenir estas actuaciones”, contó a Fides.
Todo indica, de hecho, que en el país musulmán más poblado del globo (con más de 220 millones de habitantes, Indonesia es también la cuarta nación más poblada del planeta) los ataques y los actos de intolerancia hacia las minorías religiosas están aumentando claramente. La última encuesta al respecto se publicó en días anteriores por el Setara Institute for Democracy and Peace. De los datos recogidos por este centro, con sede en Yakarta, se constata que en el transcurso de 2010 se registraron en Indonesia al menos 216 violaciones de la libertad religiosa y de culto.
91 casos (es decir casi la mitad) han sido verificados en la parte occidental de Java – la isla principal y más poblada del archipiélago indonesio – y 28 en la parte oriental; de estos, 75 han sido contra las distintas confesiones cristianas. Según el instituto se trata de un claro aumento respecto al año anterior, que fueron apenas 12. Como refiere Compass Direct News (3 febrero), en la mayor parte de estos 75 casos, 43, han sido ataques contra edificios de culto y otras amenazas a la seguridad.
Los autores de estos actos de violencia eran, en su mayoría, miembros de movimientos radicales musulmanes. Según Ismail Hasani, investigador del Setara Institute, entre estos grupos destacan el Islamic Defenders Front (FPI) y el Islamic People's Forum (FUI), responsables de al menos 17 y 11, respectivamente, incidentes de este tipo.
Una de las dificultades que las distintas denominaciones cristianas encuentran en Indonesia es la obtención de permisos necesarios para poder construir nuevos lugares de culto o realizar trabajos de reconstrucción.
Es emblemático el caso de la iglesia protestante Taman Yasmin en Bogor, Java Occidental, cuyas obras han sido detenidas por las autoridades locales por petición del FUI. Ni siquiera una sentencia del Tribunal Supremo de Indonesia, del pasado 14 de enero, ha conseguido desbloquear la situación. Como cuenta el Jakarta Post (29 enero), la comunidad protestante de Bogor ha pedido ahora a los jueces supremos una copia oficial de la sentencia, con la esperanza de hacer callar las voces de los extremistas
Después de la comunidad cristiana, la minoría religiosa más expuesta a graves violaciones o abusos en Indonesia es la secta musulmana de los ahmadiyya (o Ahmadi), considerados “herejes” o “apóstatas”, porque dicen que Mahoma no es el último profeta. Según datos del Instituto Setara, esta minoría, que en Indonesia son sólo unos 200.000 seguidores, ha sufrido 50 ataques durante 2010.
El último y gravísimo episodio se verificó el pasado domingo, 6 de febrero, cuando un grupo de casi 1.500 personas (armadas con barras de hierro y machetes) asaltó la casa de un jefe de esta minoría en el pueblo de Cikeusik, en la provincia de Banten (Extremo oeste de Java). Como cuenta la agencia Associated Press (6 febrero), el ataque concluyó con tres muertos y seis heridos, de los cuales cuatro son de extrema gravedad.
Como en otros países musulmanes, los dirigentes de las minorías y los grupos pro derechos humanos denuncian la pasividad, incluso a veces la connivencia o complicidad, de las autoridades con los radicales, a menudo por motivos electorales. En días pasados, el obispo de Padang, monseñor Martinus Dogma Situmorang, lanzó una severa advertencia respecto a esto, y ha definido como “perezosa” la respuesta del Gobierno a los verdaderos problemas del país. Según el prelado, en Indonesia está actuando “una crisis moral”, que va junto al aumento de la intolerancia, fenómeno ante el cual la Iglesia no puede permanecer en silencio (AsiaNews, 1 febrero).
Muchos observadores critican, también, al presidente de Indonesia, Susilo Bambang Yudhoyono (conocido simplemente como SBY). Según Hasani, del Setara Institute, el presidente finge no ver las violaciones de la libertad religiosa en su país. Durante un encuentro con representantes de la Iglesia, el mandatario declaró con orgullo, el pasado 21 de enero, que durante su administración no se habían dado serios abusos de los derechos humanos. “Al contrario”, afirmó Hasani: “no ha habido iniciativas o progresos significativos para superar los distintos abusos que la Iglesia ha tenido que afrontar”(Compass Direct News, 3 febrero).
Los últimos sucesos han obligado al presidente a reaccionar. Como relata el Jakarta Globe, el ministro de Asuntos Políticos, Legales y de Seguridad, Djoko Suyanto, difundió ayer un comunicado de parte de Yudhoyono. “El presidente denuncia el acto anárquico perpetrado por un grupo de personas que han dañado lugares de culto y otras estructuras en Temanggung”, dice el texto. La policía de Java Central ha recibido la orden de identificar inmediatamente a los responsables y llevarlos a los tribunales. Con algún éxito. De hecho, siempre según el Jakarta Globe, las fuerzas de policía han arrestado durante las últimas horas al primer sospechoso.
Por Paul De Maeyer. Traducción del italiano por Carmen Álvarez]
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