BAGDAD, lunes 8 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- Este domingo se celebró la primera misa en la catedral sirocatólica de Bagdad, una semana después de la masacre que se cobró la vida de, hasta la fecha, cincuenta personas. Ese mismo día, dos cristianos más fueron muertos a tiros.
Este domingo, en la capital iraquí, era asesinado Louay Daniel Yacoub, de 49 años –ante la puerta su piso, por desconocidos--, así como otro cristiano del que se desconoce todavía la identidad, pudo saber este lunes de fuentes locales AsiaNews.
Este viernes, durante la oración, en todas las mezquitas de Kirkuk, al norte del país, se condenó el “bárbaro atentado” contra la catedral católica de Bagdad.
Los líderes religiosos y el arzobispo de Kirkuk, monseñor Louis Sako, condenaron la masacre del 31 de octubre que arrebató la vida a más de 50 personas. Las autoridades religiosas musulmanas pidieron que se respete el “mosaico” de etnias y religiones iraquí.
Los mismos imanes pidieron a los musulmanes que protejan a los cristianos a los que calificaron de “modelo de lealtad”.
Los cristianos de Bagdad afirmaron este domingo la fuerza de su fe, a poco del asesinato de más cuarenta fieles y tres sacerdotes, llegando hasta la fecha a la cincuentena de víctimas mortales, sin contar los heridos. Las amenazas de la organización terrorista Al-Qaeda no surtieron efecto en las “piedras vivas” de la fe cristiana en este país martirizado por el terrorismo.
Centenares de candelas –informaba la agencia France Presse (AFP)- formaban una cruz gigante y en medio de ella se podían leer los nombres de las víctimas de la masacre del domingo precedente.
“Hoy, rezaremos por quienes nos han agredido, han agredido a nuestra iglesia y asesinado a los padres Thaher y Wassim”, dijo en su homilía el padre Moukhlas Habbache.
Tras atribuirse el atentado, el grupo autodenominado Estado Islámico en Irak, organización paraguas de insurgentes que actúan bajo las directrices de Al-Qaeda, decretó que los cristianos eran ya “objetivos legítimos”.
Traumatizados por el terrible atentado, numerosos fieles, en un primer momento, manifestaron su voluntad de huir de Irak, como hicieron antes 300.000 de los 450.000 cristianos que vivían en Bagdad en 2003, antes de la invasión liderada por Estados Unidos.
El arzobispo ortodoxo iraquí Athanasios Dawood, desde Londres, Reino Unido, hizo este domingo un llamamiento a los cristianos a abandonar Irak, tras el atentado del 31 de octubre en la iglesia sirocatólica de Bagdad, respondiendo a preguntas de la BBC.
En el sitio Baghdadhope, monseñor Shlemon Warduni, vicario patriarcal caldeo de Bagdad dió también detalles sobre la eucaristía de este domingo. Treinta y siete fieles de la parroquia atacada, incluído el corepíscopo Rufail Quataimi, partirían hacia París para ser hospitalizados en Francia. Según la misma fuente, los heridos irían acompañados por unas veinte personas.
Tras agradecer el gesto de Francia, el vicario Warduni dijo que “todos los gobiernos deberían ayudar a Irak a reencontrar la paz y la seguridad, que se traducen en trabajo y prosperidad”. Dijo también no compartir los llamamientos de prelados orientales, en la diáspora, que invitan a los fieles iraquíes a dejar su país, debido a la violencia.
Pidamos, más bien –concluyó--, que nos ayuden a encontrar la paz y la seguridad, y si los gobiernos quieren ayudar, que lo hagan, por ejemplo, favoreciendo la integración de los iraquíes cristianos que ya viven dentro de su fronteras”.
Por Nieves San Martín (ZENIT)
Este domingo, en la capital iraquí, era asesinado Louay Daniel Yacoub, de 49 años –ante la puerta su piso, por desconocidos--, así como otro cristiano del que se desconoce todavía la identidad, pudo saber este lunes de fuentes locales AsiaNews.
Este viernes, durante la oración, en todas las mezquitas de Kirkuk, al norte del país, se condenó el “bárbaro atentado” contra la catedral católica de Bagdad.
Los líderes religiosos y el arzobispo de Kirkuk, monseñor Louis Sako, condenaron la masacre del 31 de octubre que arrebató la vida a más de 50 personas. Las autoridades religiosas musulmanas pidieron que se respete el “mosaico” de etnias y religiones iraquí.
Los mismos imanes pidieron a los musulmanes que protejan a los cristianos a los que calificaron de “modelo de lealtad”.
Los cristianos de Bagdad afirmaron este domingo la fuerza de su fe, a poco del asesinato de más cuarenta fieles y tres sacerdotes, llegando hasta la fecha a la cincuentena de víctimas mortales, sin contar los heridos. Las amenazas de la organización terrorista Al-Qaeda no surtieron efecto en las “piedras vivas” de la fe cristiana en este país martirizado por el terrorismo.
Centenares de candelas –informaba la agencia France Presse (AFP)- formaban una cruz gigante y en medio de ella se podían leer los nombres de las víctimas de la masacre del domingo precedente.
“Hoy, rezaremos por quienes nos han agredido, han agredido a nuestra iglesia y asesinado a los padres Thaher y Wassim”, dijo en su homilía el padre Moukhlas Habbache.
Tras atribuirse el atentado, el grupo autodenominado Estado Islámico en Irak, organización paraguas de insurgentes que actúan bajo las directrices de Al-Qaeda, decretó que los cristianos eran ya “objetivos legítimos”.
Traumatizados por el terrible atentado, numerosos fieles, en un primer momento, manifestaron su voluntad de huir de Irak, como hicieron antes 300.000 de los 450.000 cristianos que vivían en Bagdad en 2003, antes de la invasión liderada por Estados Unidos.
El arzobispo ortodoxo iraquí Athanasios Dawood, desde Londres, Reino Unido, hizo este domingo un llamamiento a los cristianos a abandonar Irak, tras el atentado del 31 de octubre en la iglesia sirocatólica de Bagdad, respondiendo a preguntas de la BBC.
En el sitio Baghdadhope, monseñor Shlemon Warduni, vicario patriarcal caldeo de Bagdad dió también detalles sobre la eucaristía de este domingo. Treinta y siete fieles de la parroquia atacada, incluído el corepíscopo Rufail Quataimi, partirían hacia París para ser hospitalizados en Francia. Según la misma fuente, los heridos irían acompañados por unas veinte personas.
Tras agradecer el gesto de Francia, el vicario Warduni dijo que “todos los gobiernos deberían ayudar a Irak a reencontrar la paz y la seguridad, que se traducen en trabajo y prosperidad”. Dijo también no compartir los llamamientos de prelados orientales, en la diáspora, que invitan a los fieles iraquíes a dejar su país, debido a la violencia.
Pidamos, más bien –concluyó--, que nos ayuden a encontrar la paz y la seguridad, y si los gobiernos quieren ayudar, que lo hagan, por ejemplo, favoreciendo la integración de los iraquíes cristianos que ya viven dentro de su fronteras”.
Por Nieves San Martín (ZENIT)
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