ROMA, viernes 10 de diciembre de 2010 (ZENIT.org).- “Cada día, siete personas de cada diez, en el mundo, ven violada su propia libertad religiosa. Y de cada cien muertos, por motivos relacionados con su credo, cincuenta y siete son cristianos”.
Quien desgrana estos datos es Giuseppe Dalla Torre, rector de la LUMSA (Libera Università Maria Santissima Assunta), el centro académico que organizó, en noviembre pasado, la mesa redonda “Guerra a los cristianos. Testimonios de una tragedia del siglo XXI”.
El título de la mesa redonda de la LUMSA remite al libro del europarlamentario Mario Mauro, representante personal de la OSCE (Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa) para la lucha contra el racismo y la persecución a los cristianos, que también intervino en el encuentro para narrar la tragedia de las persecuciones que los fieles de Cristo sufren cada día en uno de los lugares más martirizados de la tierra.
“Hoy es fácil perder la vida si se cree en Jesús y, sin embargo, la libertad religiosa en general, como diría Juan Pablo II es el ‘papel tornasol’ que indica la existencia del resto de libertades, porque –explica Mauro- pone al descubierto la visión que tiene el poder de la persona humana y su dimensión espiritual”.
Quien profesa una fe es portador de una fuerza interior que nadie puede sustraerle. Y por ello acepta con dificultad las limitaciones impuestas al propio credo por las esferas políticas. “Dios nace, el poder tiembla”, escribía el filósofo polaco Józef Tischner.
Es así para los cristianos que, humillados y perseguidos, dejan a millares el país en el que han nacido. Huyen hacia el norte de Iraq o se refugian en los países vecinos, con Jordania a la cabeza.
El motivo que hace a los cristianos peligrosos a los ojos de los extremistas musulmanes es su peculiar capacidad de comprender la realidad. Además, “los cristianos son una fuerza integradora –aclaró el padre Bernardo Cervellera, director de la agencia informativa Asianews--, mediadores entre los diversos grupos étnicos. Gracias a ellos se mantiene viva la esperanza de una convivencia pacífica. Esta es, para los musulmanes, la última oportunidad para abrirse a la modernidad”.
El rector de la LUMSA mostró su convicción de que el silencio parece encubrir esta tragedia, en primer lugar humana. Mauro concretó sus acusaciones en las autoridades europeas, en especial el Parlamento: “Ha tardado nada menos que diez años en aprobar un mecanismo de protección a los cristianos en Iraq”. Y denuncia que no existe un pronunciamiento de la ONU al respecto.
La resolución europea aludida por el europarlamentario fue votada el 25 de noviembre pasado, y condiciona la concesión de ayudas al respeto de las distintas libertades, entre ellas la de culto.
Y, para no olvidar a los sesenta iraquíes asesinados el 31 de octubre pasado en la catedral sirocatólica de Bagdad, dedicada a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, las embajadas iraquíes ante Italia y la Santa Sede tenían prevista una conmemoración este jueves 9 de diciembre en Roma.
Como saben los letores de ZENIT, uno de los últimos episodios que supuso un ulterior sufrimiento a las comunidades católicas presentes en Iraq es la condena a muerte del ministro del régimen de Saddam Hussein, el católico caldeo Tarek Aziz.
La ejecución de la sentencia podría ser otro motivo de violencia entre seguidores de diversos credos. Aziz fue un defensor de sus correligionarios y un incansable mediador, ante la Santa Sede y diversos países, para llegar a un diálogo que llevara la paz a Iraq.
En el país medioriental, se ha puesto en marcha una comisión especial para afrontar la nueva emergencia del recrudecimiento de atentados contra cristianos, presidida por el cristiano Yunadem Kanna. Entre las propuestas que ha recibido, está la creación de un único cuerpo especial de inteligencia que se ocupe de la defensa de los cristianos. Se trataría de instituir un cuartel militar específico en Nínive.
Además, para detener el éxodo de los fieles, se aprobó el bloqueo de ventas inmmobiliarias y propiedades de los cristianos. Para favorecer la recuperación del tejido social, se pidió la creación de un fondo para resarcir a las víctimas de los atentados, para que puedan reconstruir casas e iglesias dañadas.
Pero también han surgido quienes tratan de oponerse con la fuerza militar a la violencia de los extremistas islámicos. En Karamlis, los católicos asediados intentan organizar la autodefensa. El cuartel general de los milicianos está justamente frente a la gran iglesia de Sant'Adday.
El inmueble pasó, de ser oficina de correos, a ser el puesto de un comando, desde el que Shaker Banjamin y Latif Issa, dos ex oficiales de 48 años del ejército de Saddam, que quedaron en paro a la caída del régimen, y sin paga, organizan la defensa de los cinco mil cristianos en riesgo. Una verdadera milicia “cruzada” compuesta de 243 hombres, mandados por diez oficiales provenientes de los cuadros del antiguo ejército iraquí. Los combatientes son todos voluntarios y se contentan con una pequeña aportación extraída de la cuestación de la iglesia.
Para saber más, leer, entre otros, los artículos publicados por ZENIT: http://www.zenit.org/article-37474?l=spanish, http://www.zenit.org/article-37410?l=spanish,http://www.zenit.org/article-37440?l=spanish.
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