2 de julio de 2010 (ZENIT.org).- Para ofrecer una contribución eficaz y provechosa a la sociedad iraquí, los cristianos deben sentirse seguros.
Lo subrayó hoy viernes por la mañana Benedicto XVI, al recibir en audiencia a Habbeb Mohammed Hadi Ali Al-Sadr, nuevo embajador de la República de Iraq ante la Santa Sede, con ocasión de la presentación de sus cartas credenciales.
La Santa Sede, afirmó el Papa, “comparte la preocupación que usted ha expresado de que los cristianos iraquíes deben permanecer en su patria ancestral, y que aquellos que se han sentido obligados a emigrar puedan pronto considerar seguro volver”.
Aun representando “una pequeña minoría”, los cristianos “pueden dar una valiosa contribución a su reconstrucción y a la recuperación económica a través de sus apostolados educativos y sanitarios, mientras que su participación en proyectos humanitarios proporciona una asistencia muy necesaria en la construcción de la sociedad”.
“Desde los primeros días de la Iglesia, los cristianos han estado presentes en la tierra de Abraham, una tierra que forma parte del patrimonio común del judaísmo, el cristianismo y el Islam”, subrayó el Pontífice.
Sin embargo, añadió, si han de desempeñar plenamente su papel, los cristianos iraquíes “deben saber que es seguro para ellos que permanezcan o regresen a sus hogares, y necesitan garantías de que sus propiedades les serán devueltas y sean confirmados sus derechos”.
“Es muy de esperar que la sociedad iraquí en el futuro destaque por su convivencia pacífica, tal como está en consonancia con las aspiraciones de aquellos que tienen sus raíces en la fe de Abraham”, agregó.
Musulmanes y cristianos
No sólo los cristianos están en peligro, recordó el Papa: “En los últimos años hemos visto muchos actos trágicos de violencia cometidos contra miembros inocentes de la población, tanto musulmanes como cristianos”, que también son contrarios a las enseñanzas del Islam, así como a las del cristianismo”.
“Este sufrimiento compartido puede proporcionar un vínculo profundo, un fortalecimiento de la determinación de musulmanes y cristianos de trabajar por la paz y la reconciliación”, afirmó el Pontífice.
“La historia ha demostrado que algunos de los incentivos más poderosos para superar la división viene del ejemplo de aquellos hombres y mujeres que, habiendo optado por la vía del testimonio valiente, no violento, de los valores más altos, han perdido la vida a través de actos cobardes de violencia”.
En este sentido, quiso recordar al arzobispo Paulos Faraj Rahho, el padre Ragheed Ganni, y otras víctimas de la violencia.
“Que su sacrificio y el sacrificio de tantos otros como ellos, fortalezcan en el pueblo iraquí la determinación moral que es necesaria para que se creen estructuras políticas de mayor justicia y estabilidad”.
Democracia y paz
El Papa auguró una pronta pacificación del país, así como una construcción de la convivencia en la que participen todos los iraquíes.
“El 7 de marzo de 2010, el pueblo de Iraq dio una señal clara al mundo de que desean ver el fin de la violencia y que han elegido el camino de la democracia, a través del cual aspiran a vivir en armonía unos con otros dentro de una sociedad justa, pluralista y sociedad inclusiva”, afirmó.
A pesar de los “intentos de intimidación” por parte “de aquellos que no comparten esta visión”, afirmó el Papa, la gente “mostró gran coraje y determinación porque se presentaron en las mesas de votación en grandes cantidades”.
El Papa auguró por tanto la pronta formación de un nuevo Gobierno “para que la voluntad del pueblo por un Iraq más estable y unificado se pueda lograr”.
En este sentido, exhortó a los políticos a que muestren “un gran coraje y determinación, a fin de cumplir las altas expectativas que se han depositado en ellos”.
También aseguró que la Santa Sede “seguirá prestando toda la asistencia que pueda, de manera que Iraq pueda asumir el lugar que le corresponde como un país líder en la región, con mucho que aportar a la comunidad internacional”.
Por ello, el Papa afirmó que el nuevo Gobierno “tendrá que dar necesariamente prioridad a medidas destinadas a mejorar la seguridad de todos los sectores de la población”, en particular las distintas minorías.
“Usted ha hablado del compromiso de su Gobierno de respetar los derechos humanos. De hecho, es de suma importancia para cualquier sociedad saludable que la dignidad humana de cada uno de sus ciudadanos sea respetada tanto en la legislación como en la práctica, es decir, que los derechos fundamentales de todos deberían ser reconocidos, protegidos y promovidos”.
Entre estos, subrayó que el respeto a la libertad de religión y la libertad de culto “son de suma importancia, ya que ellas son las que permiten a los ciudadanos vivir en conformidad con su dignidad trascendente de personas hechas a la imagen de su divino Creador”.
“Por tanto, espero y rezo para que estos derechos no sólo sean reconocida por la legislación, sino que hagan mella en el tejido de la sociedad – pues todos los iraquíes tienen un papel que desempeñar en la construcción de una paz justa y un clima moral y pacífico”.
Concluyó con su deseo de que “Iraq resurja de las experiencias difíciles de la década pasada como un modelo de tolerancia y cooperación entre musulmanes, cristianos y otros, al servicio de quienes más lo necesitan”.
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