Benedicto XVI orando ante la Vigen de la Caridad del Cobre |
"Es una situación atípica. Por un lado las iglesias se llenan, la gente que va a misa es muy participativa e incluye a mucha gente joven. En general, los cubanos tienen iniciativa, cada día hablar de ´ir a resolver´, que significa buscarse la vida por ese día, al menos. Por otro lado, el régimen no deja que la Iglesia haga acción social. Si un misionero del IEME en Guatemala enseguida abre un dispensario, una escuelita, etc... en Cuba no puede. Así que los misioneros trabajan con comunidades y fomentan la ayuda persona a persona. En Cuba, como hemos vivido en otros países latinoamericanos, sabes que hay ´orejas´ o ´chivatos´, así que cuando predicas vas con cuidado, para no dejarte caer en trampas".
"Falta alegría caribeña"El padre Antonio López Sánchez, hoy en España, estuvo en Cuba, en Cienfuegos, de 2001 a 2008, después de haber pasado 37 años de misionero en Colombia, Perú y Nicaragua.
"Cuba es muy distinta al resto de Hispanoamérica", explica el padre López. "Por un lado, cuando llegas ves quela gente tiene mayor nivel cultural que en muchas zonas de misión, la población está casi toda alfabetizada y escolarizada y hay muchos universitarios. Los niños de 8 años leen perfectamente en misa. No hay racismo, cosa que sí existe en otras zonas hispanoamericanas. Pero en Cuba ves también que falta la alegría tan habitual en el Caribe. Hay hambre, escasea el alimento. Cuando yo llegué, la Iglesia vivía muy atemorizada. Aunque era después de la visita de Juan Pablo II, las autoridades trataban de endurecer sus reglas. Podías trabajar si te ceñías a lo exclusivamente religioso: oración, catequesis, culto. Pese a todo,en Cienfuegos dábamos cursos de Doctrina Social de la Iglesia, y el Estado lo permitía... En La Habana los dominicos del Aula Montesinos ya podían hablar de temas sociales con pensadores del gobierno", explica este misionero del IEME.
Distraer a la gente del culto"No había violencia externa pero sí pautas que los dirigentes marcaban. Por ejemplo, programaban actividades atratctivas justo a las horas de culto y lo sabían. Ponían películas para atraer a los niños, justo a la hora de catequesis, por ejemplo. Se organizaban actividades para alejar a la gente de la Iglesia, pero las comunidades cristianas trabajaban muy bien y no les funcionaba con los practicantes. Allí el cura está de animador, porque muchas comunidades funcionan bien casi solas", añade el padre López Sánchez.