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La situación en Oriente Medio es similar a la de los primeros cristianos

8 de junio 2010 /

Durante la misa celebrada el pasado domingo en el Palacio de Deportes Eleftherìa, de Nicosia, en el marco de la visita apostólica de Benedicto XVI a Chipre, fue presentado el documento "Instrumentum laboris" de la Asamblea Especial para Oriente Medio, que es documento de trabajo para el Sínodo de los Obispos de Oriente Medio que se celebrará en el Vaticano en octubre próximo.


En el prefacio, el secretario general del Sínodo de los Obispos, el arzobispo Nikola Eterovic, afirma que "la situación actual en Oriente Medio es en muchos aspectos similar a la experimentada por la primitiva comunidad cristiana en Tierra Santa" en medio de dificultades y persecuciones.

En la introducción se recuerdan los dos principales objetivos del Sínodo: "confirmar y reforzar a los cristianos en su identidad a través de la Palabra de Dios y los Sacramentos" y "reavivar la comunión eclesial entre las Iglesias ‘sui iuris’ para que ofrezcan un testimonio de vida cristiana auténtica, alegre y atractiva".

Ser cristiano: una de las principales causas de la emigración

El primer capítulo trata de la Iglesia Católica en Oriente Medio. Señala que todas las iglesias del mundo "se remontan a la Iglesia de Jerusalén”. Se recuerda que las iglesias de Oriente Medio son de origen apostólico y que "sería una pérdida para la Iglesia universal si el cristianismo se debilitase o desapareciese en el lugar donde nació”. Por lo tanto, hay una grave responsabilidad de "mantener la fe cristiana en esta tierra santa”.

A continuación dice que los cristianos, a pesar de su "pequeño número", pertenecen plenamente al tejido social y a la "identidad misma" de estos países. Su desaparición representaría una pérdida para el pluralismo de Oriente Medio. Los católicos están llamados a promover el concepto de "laicidad positiva" del Estado para "aliviar el carácter teocrático del gobierno" y permitir "más igualdad entre los ciudadanos de las diferentes religiones, favoreciendo así la promoción de una democracia sana, positivamente laica, que reconozca plenamente el papel de la religión, también en la vida pública, en el pleno respeto de la distinción entre los órdenes religioso y temporal”.

Luego, el documento señala que los conflictos regionales hacen todavía más frágil la situación de los cristianos: "La ocupación israelí de los territorios palestinos hace difícil la vida cotidiana por la libertad de movimiento, la economía y la vida social y religiosa (el acceso a los Santos Lugares, condicionada por permisos militares concedidos a unos y negados a otros, por razones de seguridad)”.

“Los cristianos se encuentran entre las principales víctimas de la guerra en Irak”, prosigue el texto; en el Líbano, “están divididos en ámbito político y confesional"; en Egipto, “por una parte, el crecimiento del Islam político y por otra, la retirada, en parte obligada, de los cristianos de la sociedad civil hacen que su vida esté expuesta a graves dificultades". Y "en otros países, el autoritarismo y la dictadura empujan a la población, incluídos los cristianos, a soportar todo en silencio para salvar lo esencial”. Por ejemplo, en Turquía, “el actual concepto de laicidad plantea problemas a la plena libertad religiosa en el país". En este marco, el documento “exhorta a los cristianos a no abandonar su compromiso con la sociedad a pesar de las tentaciones del desaliento”.

En cuanto a la libertad religiosa, el texto señala que en Medio Oriente, “significa habitualmente libertad de culto" y no "libertad de conciencia, es decir, libertad de creer o no creer, de practicar la religión en privado o en público sin ningún impedimento, y la libertad de cambiar de religión”. Allí “la religión es generalmente una opción social, e incluso nacional, no individual. Cambiar de religión se considera una traición a la sociedad, a la cultura y a la Nación, construída principalmente sobre una tradición religiosa". Por eso, "la conversión a la fe cristiana se considera como el resultado de un proselitismo interesado y no de una genuina convicción religiosa”.

“Para los musulmanes, a menudo está prohibido por las leyes del Estado”, prosigue el texto. “Mientras tanto, el extremismo islámico sigue creciendo en toda la zona”, lo que constituye "una amenaza para todos los cristianos, judíos y musulmanes”. En este contexto de conflictos, dificultades económicas y limitaciones políticas y religiosas, los cristianos siguen emigrando: "en el juego de la política internacional -se subraya- a menudo se ignora la existencia de los cristianos, que son las primeras víctimas; esta es una de las principales causas de la emigración".

Los cristianos en Oriente Medio son miembros de la Iglesia

El segundo capítulo está dedicado a la comunión eclesial, que “en el seno de la Iglesia Católica, se manifiesta por dos signos principales: el Bautismo y la Eucaristía, en comunión con el Obispo de Roma, Sucesor de Pedro, corifeo de los apóstoles, (...) principio y fundamento perpetuo y visible de la unidad de fe y de comunión”.

La comunión entre los distintos miembros de una misma Iglesia o Patriarcado -se lee en el "Instrumentum laboris"- sigue el modelo de la comunión con la Iglesia universal y con el Sucesor de Pedro, el Obispo de Roma. En el plano de la Iglesia Patriarcal, la comunión se expresa por el Sínodo de Obispos, que reúne toda una comunidad alrededor del Patriarca, Padre y jefe de su Iglesia”. Los cristianos están invitados a sentirse "miembros de la Iglesia Católica en Oriente Medio y, no sólo miembros de una iglesia particular".

Los cristianos no deben aislarse en guetos

El tercer capítulo aborda la cuestión del testimonio cristiano. En primer lugar, reitera "la importancia de la catequesis” y “la urgencia del ecumenismo, superando prejuicios y desconfianza a través del diálogo y la colaboración”.

En el documento, se condena "firmemente el proselitismo que utiliza medios no conformes con el Evangelio”. También se analizan las relaciones con el judaísmo, que encuentran "en el Concilio Vaticano II un punto de referencia fundamental". El diálogo con los judíos, se define "esencial, aunque no fácil", ya que se resiente del conflicto entre israelíes y palestinos. La Iglesia manifiesta el deseo de que "ambos pueblos puedan vivir en paz en una patria propia, dentro de fronteras seguras y fronteras reconocidas internacionalmente". Se reitera la firme condena del antisemitismo, subrayando que "las actitudes negativas actuales entre pueblos árabes y pueblo judío parecen ante todo de tipo político" y, por tanto ajenos a cualquier discurso eclesial. Los cristianos están llamados a "aportar un espíritu de reconciliación basado en la paz y la equidad para ambas partes”.

Por otra parte, las Iglesias en Oriente Medio “invitan a mantener la distinción entre realidad religiosa y política. También las relaciones de la Iglesia Católica con los musulmanes tienen su fundamento en el Concilio Vaticano II”. Estas relaciones son “a menudo, difíciles, sobre todo por el hecho de que los musulmanes no hacen distinción entre la religión y la política, lo cual pone a los cristianos en la delicada situación de no-ciudadanos, mientras son ciudadanos de estos países ya desde mucho antes de la llegada del Islam. La clave del éxito de la coexistencia entre cristianos y musulmanes depende del reconocimiento de la libertad religiosa y los derechos humanos".

El texto subraya que los cristianos están llamados “a no aislarse en guetos, o en actitudes defensivas y a no replegarse sobre sí mismos, actitudes típicas de las minorías”. En la situación de conflicto en la región se exhorta a los cristianos a promover "la pedagogía de la paz": se trata de un camino "realista, y aunque corre el peligro de ser rechazada por muchos, también tiene más posibilidades de ser aceptada, dado que la violencia, tanto de los fuertes como de los débiles, ha producido en Oriente Medio, solamente fracasos y estancamiento y general”. Esa situación es "explotada por el terrorismo mundial más radical". La contribución de los cristianos, "que requiere mucho coraje, es indispensable", aunque "con demasiada frecuencia" los países de Oriente Medio "identifican Occidente con el Cristianismo", acarreando grandes daños a las Iglesias cristianas.

El documento también analiza el fuerte impacto de la modernidad que para el creyente musulmán "se presenta con un rostro ateo e inmoral y la vive como una invasión cultural que lo amenaza, alterando su sistema de valores". Mientras que el documento sostiene que “la modernidad, por otra parte, es también lucha por la justicia y la igualdad y defensa de los derechos”. El cristiano “tiene una contribución especial que aportar en el ámbito de la justicia y la paz", tiene el deber de "denunciar con valor la violencia, sea cual sea su procedencia, y sugerir una solución, que no puede por menos que pasar por el diálogo", la reconciliación y el perdón. No obstante, los cristianos deben "exigir por medios pacíficos" que también sus derechos "sean reconocidos por las autoridades civiles".

El documento aborda por último “la cuestión de la evangelización en una sociedad musulmana, que sólo puede darse a través del testimonio”, pero "se pide que esto se garantice también mediante oportunas intervenciones externas". De cualquier forma, la labor caritativa de las comunidades católicas "con los más pobres y marginados, sin discriminación alguna, representa el modo más evidente de difusión del mensaje cristiano".

Aceptar la vocación al servicio de la sociedad

En la Conclusión, el documento señala "la preocupación por las dificultades del momento presente, pero al mismo tiempo, la esperanza, fundada en la fe cristiana”. Agrega que “durante décadas, la ausencia de resolución del conflicto entre israelíes y palestinos, la falta de respeto del derecho internacional y de los derechos humanos y el egoísmo de las grandes potencias han desestabilizado el equilibrio de la región e impuesto a la población una violencia que amenaza con condenarlos a la desesperación. La consecuencia de todo ello es la emigración, especialmente de los cristianos. Frente a este desafío y con el apoyo de la comunidad cristiana universal, el cristiano en Oriente Medio está llamado a aceptar su vocación al servicio de la sociedad”

"A los cristianos de Oriente Medio -concluye el “Instrumentum laboris"- se puede repetir hoy todavía: ‘¡No temas, pequeño rebaño’, tienes una misión, dependerá de ti el crecimiento de tu país y la vitalidad de tu Iglesia, y esto solo se logrará con la paz, la justicia y la igualdad de todos sus ciudadanos!".

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