Son los grandes olvidados: personas de carne y hueso, con nombre y rostro, que padecen marginación, persecución y muerte por la única razón de su fidelidad a Cristo. Para muchos de nosotros es fácil ser católico. Pero "hay muchos cristianos en el mundo que todas las mañanas, al levantarse, tienen que elegir entre su fe y la posibilidad de perder la vida".
Quien nos lo recuerda es precisamente un periodista que no está dispuesto al olvido. Fernando de Haro, tras pasar por Canal +, CNN+ y los servicios informativos de Popular TV (entre otros destinos profesionales), dirige La mañana de fin de semana en la COPE y el periódico PaginasDigital.es, y acaba de publicar un libro consagrado a los mártires de nuestro tiempo:Cristianos y leones (Planeta Testimonio). Donde nos recuerda un hecho: cada año 100.000 cristianos son asesinados en el mundo. Un hecho tan escandaloso que dio lugar a una anécdota significativa.
¿Cómo empezó esa anécodota?
El periódico italiano Il Sussidiario, en el que yo colaboro habitualmente, me pidió un artículo sobre la persecución de los cristianos en el mundo. Y empecé ese artículo recordando que en el mundo mueren 100.000 cristianos al año de forma violenta por su fe.
Foto: Fernando de Haro.
¿Está documentada esa cifra?
Es el dato que manejan en la OSCE, que a su vez se basa en los trabajos del Center for Study of Global Christianity, dirigido por David B. Barrett. Esta institución está en el Evangelic Gordon-Conwell Theological Seminary de Massachussetts y publica la World Christian Encyclopedia y el Atlas of Global Christianity. Los trabajos de Barret son los más citados en el mundo académico por los que se dedican a la estadística religiosa.
¿Qué repercusión tuvo el artículo?
Cuando publiqué el artículo los lectores empezaron a escribir diciendo que había una errata. Así que el redactor jefe me llamó pidiéndome explicaciones y le explique no había ningún error, que las estimaciones eran ciertas.
¿Cuál ha sido la época de la Historia en la que más cristianos han muerto por su fe?
En términos absolutos éste es el momento en el que hay más cristianos perseguidos. Pero es que éste es el momento en el que más cristianos hay desde hace veinte siglos. Hay más de dos mil millones, de los que la mayoría vive en los países del sur del planeta. El cristianismo, que es la religión más extendida, es la más perseguida.
¿Cómo comparar con otras épocas?
Es difícil establecer comparaciones con otros períodos históricos. Sobre todo con los primeros siglos, porque los datos de las persecuciones como la de Diocleciano (comienzos del siglo IV) son difíciles de precisar. El siglo XX fue un siglo, por ejemplo, bestial, sobre todo a causa del estalinismo. En términos relativos, Barrett sostiene que la persecución desde los primeros siglos se ha mantenido más o menos estable y que ha afectado al 0,8% de los bautizados.
¿Por qué si los rectores de Occidente son cristianos no hacen nada para evitar esto?
Decir que Occidente es mayoritariamente cristiano es decir mucho. La cultura, las formas de pensamiento, los líderes de opinión hace mucho tiempo que dejaron de serlo.
¿Y los derechos humanos?
Esta cuestión de la persecución de los cristianos no es percibida como una cuestión de tutela de derechos humanos. Aunque se han tomado iniciativas importantes en el seno de las OSCE y del Parlamento Europeo, se sigue pensado que es una “cuestión religiosa” y todo lo que tiene que ver con lo religioso entra en el terreno de las opciones, de la subjetividad.
En resumen, no les interesa...
La persecución no entra dentro de las categorías ideológicas habituales, no es un tema que tenga que ver con el cambio climático, las cuestiones de género o los llamados derechos reproductivos, ni tampoco con el choque de civilizaciones, que son las cuestiones que están en la agenda. Y como bien dices hay una debilidad de los cristianos occidentales.
¿En qué consiste?
La primera debilidad es el desconocimiento. La mayoría de los bautizados europeos y americanos no saben nada de sus hermanos orientales, de los coptos egipcios, de los caldeos iraquíes, de los cristianos de la India, de China o de África.
¿Por qué?
Esta debilidad tiene que ver con una concepción abstracta de la fe. Si el cristianismo se reduce a principios, a doctrina y a moral y ya no es un acontecimiento histórico se pierde la tensión por saber y conocer dónde sufre en este momento el Cuerpo de Cristo, el Pueblo de Dios. Por el contrario, un cristianismo que no es solo un recuerdo del pasado o un conjunto de buenos sentimientos, sino algo que está sucediendo aquí y ahora, es un cristianismo que está pendiente de lo que le sucede, que busca los nuevos testigos que sufren por su fe y que tiende a ayudarles.
Usted se ha encontrado, y así lo cuenta en Cristianos y leones, con muchos de ellos. ¿Qué le ha impresionado más?
Hace años, cuando leí algunas actas de los mártires de los primeros siglos, me llamaba la atención que aquella gente, en muchos casos personas muy sencillas, estimaran más su fe que la propia vida. Cuando uno se acerca a los cristianos perseguidos de ahora se da cuenta de que es la misma historia, exactamente la misma historia que hace 2000, 1800 o 1600 años. La misma sencilla y potente adhesión a un cristianismo que antes que nada es una fuente de satisfacción y alegría.
¿A pesar del drama que viven?
¡Cuál será el nivel de satisfacción, de correspondencia que encuentra en la fe esta gente perseguida, que ni las más complejas maquinarias de poder (como el comunismo chino), ni los pogroms (como los que se han producido en la India), ni leyes brutalmente injustas que te condenan a una muerte segura (como la ley de la blasfemia en Pakistán), ni la discriminación social, ni otras presiones les hacen apartarse de lo que han encontrado!
¿Cómo lo explica?
Hace falta tener una experiencia muy concreta y muy plena para tener esa posición. El cristianismo en la vida de muchos perseguidos del siglo XXI brilla con una belleza fascinante. Como los primeros, perdonan ante la muerte, ante la violación, ante la injusticia. Se hace en ellos carne lo que dice el salmo: “Tu gracia vale más que la vida”.
Solemos asociar hoy la persecución al islamismo, pero por ejemplo una de las peores matanzas fue en Orissa...
Se conoce muy poco el fenómeno del terror azafrán, el terrorismo hinduista. En 2008 ese terrorismo provocó una masacre de 500 cristianos, y 54.000 personas se quedaron sin techo. Lo peor es que no se ha hecho justicia. Diez mil personas que tuvieron que abandonar sus hogares no han vuelto. Y a los culpables se le han impuesto penas menores. La India va a ser una de las grandes potencias este siglo, le disputa el liderazgo a China, que será un país de viejos antes de salir de la pobreza.
¿Qué sucede en la India?
India, que es una democracia, tiene un nacionalismo hindú muy parecido a algunos nacionalismos violentos de Occidente. El BPJ, un partido que está en el juego democrático, sirve de paraguas a una serie de organizaciones que tienen en el punto de mira a los bautizados. Les molesta que los cristianos, una minoría de 230 millones en una población de más de mil millones, tengan conversiones.
¿A qué se deben?
La fe se extiende, sobre todo, entre los intocables, los parias. Y se extiende por la caridad. Hay mucha gente en la India que al encontrarse con un cristiano se encuentra por primera vez con alguien que no le mira por la casta a la que pertenece.
Vamos con China...
En el libro cuento los orígenes de la llamada Iglesia Patriótica China. La historia es interesante. La gran maquinaria del poder maoísta pretendió crear una Iglesia patriótica. Funcionarios del partido seleccionaban a los que debían ser seminaristas, a los que debían ordenarse como sacerdotes o ser obispos.
¿Un cisma en toda regla?
Lo sorprendente es que después de décadas de intervención y de presiones (te llevan al campo de concentración sino cedes) no haya surgido una Iglesia cismática. Muchos de los miembros (obispos sobre todo) de esa mal llamada Iglesia patriótica, que estuvieron aislados durante años, en cuanto pudieron ponerse en contacto con la Santa Sede mostraron su fidelidad al Papa.
¡Es curioso...!
Fue fundamental la carta que escribió Benedicto XVI en 2007. A pesar de las dificultades para darla a conocer en China, para muchos cristianos que viven en circunstancias dificilísimas y muy confusas fue una clara orientación.
¿Y qué sucedió entonces?
La mal llamada Iglesia patriótica se nutre de obispos que son ordenados sin el consentimiento de Roma. Durante los últimos años parecía que las autoridades chinas iban a dejar de realizar este tipo de ordenaciones, pero continúan haciéndolo. No es extraño que algunos sacerdotes e incluso obispos promovidos por las autoridades comunistas, como decía antes, muestren a su fidelidad a Roma.
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