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«Dios no está muerto 3»: una reflexión sobre la iglesia, herida y acosada por el laicismo agresivo


Llega a los cines de España (en al menos 8 ciudades) la tercera película de la serie "Dios no está muerto" (diosnoestamuerto.es). La primera película fue muy rentable: costó 2 millones de dólares y recaudó más de 60 millones. ¿Es la tercera película simplemente una forma de repetir recaudación? Más bien parece que la propia temática de las películas obligaba a esta tercera parte porque así lo sugiere la apologética clásica.
La primera hablaba de Dios, la segunda de Cristo y era necesaria una tercera que hablara de la Iglesia. Una iglesia que, como vemos en el cartel promocional, está en ruinas, quemada, debilitada y acosada.
Una película sobre la Iglesia
Para el espectador cristiano, la mejor forma de aprovechar esta película es, precisamente, leerla como una reflexión sobre la Iglesia. ¿Para qué existe, cuál debe ser su prioridad?
Mucha gente querría que la Iglesia fuera un ancla de estabilidad en un mundo cambiante, pero tradicionalmente se ha comparado más con una barca en el mar: salva a la gente, pero flota sobre corrientes de caos. Cuando hay marejada, la gente, aunque se salve, se mareará. Con todo, la Iglesia está para servir a la gente y a Dios, no a sí misma. San Pablo VI lo repetía, porque muchos lo olvidan continuamente: "La Iglesia existe para evangelizar".
En la primera película, el joven universitario Josh se enfrentaba a un profesor ateo que predicaba contra Dios en sus clases. En la segunda, el tema llegaba a los tribunales y los expertos hablaban ante los jueces sobre Cristo, sobre la fiabilidad de los Evangelios y el testimonio de los apóstoles. La película finalizaba con el encarcelamiento del protagonista, el pastor Dave (interpretador por el fundador de la productora PureFlix, David A. R. White), porque se niega a entregar copias previas de sus sermones a las autoridades judiciales(algo común en las dictaduras comunistas, y que casi sucedió en la vida real con la alcaldesa lesbiana de Houston en 2014, como explicó ReL).
En esta tercera entrega, el pastor Dave sale de la cárcel tras una breve condena y responde a las preguntas de los medios. "Se trata del derecho a buscar la verdad", dice. "¿Pero qué es la verdad?", preguntan los periodistas, como Pilatos. "La verdad es una persona, Jesucristo", responde.
Pero el debate pasa enseguida a tratar del laicismo y las relaciones Estado-Iglesia...

Hay una iglesia en la universidad, un templo que lleva allí 150 años, está allí desde antes de que hubiera universidad, allí bautizaron al pastor Dave y allí ofició su padre como pastor. "Fuera la iglesia de la universidad, fuera la religión", se manifiestan los jóvenes con pancartas. Y las autoridades -puesto que la universidad es ahora de titularidad estatal- quieren quitar la iglesia y crear alguna cafetería o tienda en su lugar.
Una pedrada, una chispa, una explosión... un poco de violencia, solo un poco, basta para que se produzca un desastre, que muera un reverendo de color y la iglesia arda. Es un aviso: las autoridades han de frenar la violencia al principio, antes de que escape de las manos.
En el funeral, el coro afroamericano canta: "Hay lágrimas en la noche, pero habrá alegría en la mañana". El mal es pasajero, Dios es bueno y, al final, "Dios lo usa todo para su bien", explica el padre del difunto.
Mientras tanto, la joven Keaton se siente abandonada por Dios, y está "harta de ruido y gritos, incluso en la iglesia". Se pelea con su novio. Josh, el veterano joven de la primera película, quiere acogerla con su fraternidad de jóvenes cristianos, pero no consigue ayudarla.
Abogado peleón y película de tribunales
La película funciona bien como historia de tribunales al incorporar al hermano abogado del reverendo Dave, un hombre alejado de la fe pero que quiere presentar batalla y proteger a su hermano pequeño. El problema es que va a presentar batalla con las armas del mundo: denuncias, querellas, y acudir a la prensa a hablar mal, con nombre y apellidos, del rector y su equipo. Es lícito pero... ¿es eso lo que quiere Dios?
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La película anterior acababa con el pastor encerrado por no entregar sus sermones a la censura previa judicial... algo que en la vida real casi pasó en Houston en 2014
Los laicistas usan trucos sucios, como enviar excavadoras en pleno domingo a derribar la iglesia quemada. Parece una repetición de lo que pasaba en Nowa Huta, la iglesia polaca que el régimen comunista intentaba derribar y el obispo Karol Wojtyla protegía haciendo turnos. El hermano abogado consigue sacar de misa a una juez de nombre hispano, Gloria Pascual (un guiño adecuado al espectador católico: todos los cristianos están juntos bajo la prepotencia laicista).
Violencia social y el mecanismo del chivo expiatorio
En los tribunales las cosas no van mal para los cristianos, pero los jóvenes antirreligiosos cada vez se ponen más agresivos y también hay elementos extremistas entre los cristianos que tiran ladrillos a la casa del rector. Se detiene a un joven y casi nadie busca investigar los detalles atenuantes: hay riesgo de violencia comunitaria y la comunidad debe buscar un chivo expiatorio que cargue con las culpas. Es el mismo mecanismo que llevó a la muerte a Jesús.
Los métodos mundanos no son suficientes. El pastor afroamericano avisa al pastor Dave, parafraseando a San Pablo: "Sin amor, solo harás ruido". Pero Dave responde: "estoy cansado de poner la otra mejilla". Sin embargo, ¿qué hizo Cristo? "Él era duro con el arrogante, pero paciente con el necio, y no era orgulloso". Al final, Cristo debe ser el modelo para los cristianos.
Llega el momento en que dos manifestaciones chocan: una con pancartas de "Dios no está muerto", otra con el lema "Que se vaya la iglesia".
Dios quiere almas, hijos... no edificios
Pero Dave ha rezado, humilde por fin, y sabe lo que Dios quiere. Dios no está aferrado a los edificios, y menos a los edificios en ruinas. Dios busca almas, quiere hijos. Es Dave quien se aferraba al edificio de sus raíces, de su familia. Dave aprende que ha de dejar ir el viejo edificio, a cambio de poder seguir trabajando con almas. Ya construirá algo en otro sitio.
Los laicistas acogen su renuncia con sincero respeto. "El pastor Dave se sacrificó para unirnos", entiende, admirado, un joven laicista. 
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El pastor Dave alza una vela...
Aunque hay dos tramas amorosas en la historia, y otra relacionada con los sentimientos de los dos hermanos que se reúnen tras muchos años y redescubren lo que les une (heridas incluidas), el gran tema del filme es el encaje y la estrategia que debe seguir la iglesia acosada por las actuales fuerzas laicistas. Con un muerto nada más empezar, queda claro que el tema no es menor.
Los espectadores cristianos pueden verla en grupos y debatirla. Puede gustar a adolescentes, jóvenes y mayores, porque hay conflicto y personajes muy humanos de todas las edades.
El odio anticristiano es más ideológico y feroz
Sin embargo, muchos señalarán que es un poco inocente incluso en su diagnóstico del mal. Ningún laicista de la película es realmente un fanático ideológico... cuando en la vida real son frecuentes. Y tampoco hay una organización laicista organizada presionando, algo que sí existe en la vida real. Todos los alejados de Dios en esta historia lo son por miedo, o por un trauma (algún cristiano les hirió cuando eran vulnerables) o por desconocimiento.
La película no quiere reconocer que existe un odio fanático organizado contra la religión, que se retroalimenta con mecanismos de odio. Tampoco explora a fondo lo que denunció Hanna Arendt y también Solzhenitsyn, la banalidad del mal, la capacidad de gente no muy mala de hacer cosas muy malas. Y sólo al final apunta  el mecanismo (perverso, injusto) del chivo expiatorio...
La película plantea que si un cristiano se ofrece como Cristo, como chivo expiatorio (o al menos cede en una serie de cosas) la bestia se calmará. Pero esa es una mentalidad pagana: sabemos que solo se calma un rato, y que enseguida quiere más sangre; los dioses paganos siempre exigen más. La única sangre que frena este mecanismo es la de Cristo el Cordero, y ayuda sólo a quien la bebe y se baña y marca con ella.
El filme hace bien en señalar que la iglesia no son los edificios, y en animar a llegar a las almas de formas nuevas, priorizando el sanar y acompañar. Pero se autoengaña si piensa que las fuerzas laicistas se van a contentar con cualquier cosa que no sea la aniquilación total del cristianismo.
Estos son temas que, sin duda, pueden debatirse en grupo a partir del visionado de esta película.
Dios no está muerto 1 se estrenó en 2014 en 1.860 salas, la segunda parte en 2.400 salas en 2016 y la tercera en casi 1.700 salas en marzo de 2018. La trilogía ha recaudado 87 millones de dólares, aunque la tercera parte solo ha recaudado por ahora algo menos de 6. Le perjudicó "repetir" tema y competir en Semana Santa con "Pablo, apóstol de Cristo", que fue preferida por el público religioso (recaudó 17 millones de dólates en EEUU).

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