El sacerdote argentino Luis Montes llegó en 2010 a Irak |
El 31 de octubre de 2010, unos seis hombres armados
con ametralladores irrumpieron en la misa dominical de la iglesia
siro-católica Nuestra Señora de la Salvación, en Bagdad. Murieron 58
personas, entre ellos, dos sacerdotes. Las cruces y otros símbolos
religiosos estallaron en pedazos. El grupo jihadista
Estado Islámico
en Irak se atribuyó la responsabilidad del ataque. Días después, llegó
a esa ciudad para instalarse el padre argentino Luis Montes, mientras
se agudizaba el éxodo de cristianos.
Hoy, cuatro años después, el sacerdote atestigua con impotencia la
mayor "limpieza étnica" en el conflictivo país, amenazado por el avance
de ese grupo.
"Las noticias que llegan del norte son de una crueldad nunca antes vista. Este grupo [EI] comete actos violentos y además los publicita. Crucifixiones; decapitaciones hasta de niños de 10 años; raptos de mujeres para dárselas a los soldados y venderlas, antes de torturarlas para que sean musulmanas... Estamos viendo la desintegración de este país que queremos tanto", lamenta el padre Montes, un religioso bonaerense, nacido en la localidad de Darregueira, de 44 años.
Junto al padre Jorge Cortés, ambos del Instituto del Verbo Encarnado, son los únicos sacerdotes sudamericanos en el país y por eso se pusieron al frente de una página de Facebook y un blog donde cuentan en español cómo es el día a día en ese país, lo que consideran que es su mayor aporte. Sin embargo, no es el único. Además, reciben pequeñas donaciones que destinan principalmente a los campos de refugiados del norte, la zona más afectada por las atrocidades de EI, y también guardan reservas porque creen que los desplazados comenzarán a llegar a la capital en busca de mayor seguridad.
En el norte, cuenta Montes, han sucedido historias desgarradoras. Estado Islámico llegó sin piedad con la intención de "matar a cualquiera que no sea musulmán", lo cual impulsó a más de un millón de personas a desplazarse, dentro o fuera de la frontera. En los campos de refugiados del Kurdistán ahora viven inmersos en la incertidumbre muchos de esos cristianos perseguidos.
"Los refugiados no tienen nada. Les robaban las alianzas de los dedos; los aritos de oro a los bebes; incluso los audífonos a un niño de 8 años para sacarles las baterías. Se quedaron sin nada y de pronto están viviendo en campos de refugiados sin posibilidades de conseguir algo", cuenta el sacerdote. Al instante, destaca la "organización" de las iglesias de esa región, que con las donaciones que llegan de otras parroquias del mundo intentan armar "de cero" un lugar habitable, con comida, agua potable y resguardo de los calores de hasta 60 grados; y sin epidemias.
Limpieza étnica
"Es una limpieza étnica y religiosa: matan a los que no piensan como ellos. Si esto sigue así, se va a transformar en genocidio. Se está buscando el exterminio en este país. Se odia a la cruz de Cristo. Los cristianos son los primeros para eliminar", dice el padre argentino.
Montes, como párroco de la catedral de Bagdad, es el encargado de firmar los certificados de bautismo necesarios para poder salir del país, con lo cual tiene un termómetro para medir cómo impactan las noticias del norte en la capital. Sólo el martes último, por ejemplo, firmó 20 actas.
"Yo preferiría que [las familias] se queden, pero no podemos hacer presión, meternos en una decisión tan personal. Les hago ver cosas que no tienen en cuenta: que se van tienen que adaptarse a otra cultura, conseguir trabajo. Esas cosas uno se las explica porque en medio de la dificultad piensan que donde vayan van a estar mejor. Pero no siempre es así. Y después ya no pueden volver al país", remarca.
"En Bagdad hasta hace poco querían quedarse muchos. Ahora ya no tienen esperanza de que haya paz. Algunos ni siquiera quieren irse a otro país árabe. Para la Iglesia, eso es devastador y también para la sociedad, porque se va un componente que es parte del tejido nacional", reflexiona. "Por cada cristiano que se va, la comunidad queda más indefensa, más debilitada", completa.
El religioso agrega que en Irak se vive la sensación de que una guerra civil es inminente y que va a concluir con la división del Estado entre los sunnitas (la rama musulmana a la que pertenece EI), kurdos y "el resto". Para eso, llama a un gobierno de unidad nacional que integre a todas las religiones y promueva la tolerancia en una sociedad que es tradicionalmente tribal.
El sacerdote, que vendrá a la Argentina en poco más de dos semanas para visitar a su madre, no dudan en quedarse en Irak pese a los riesgos. "La vida nuestra es seguir con los cristianos. Seguiremos en Bagdad mientras haya cristianos", dice convencido, e incluso desliza: "Me gustaría si es posible quedarme para siempre en Irak. Aunque, claro, estoy dispuesto a ir adonde me manden".
La ayuda del papa Francisco
Las citas al papa Francisco se cuelan en las palabras del padre Montes, quien dice estar profundamente agradecido con el pontífice argentino por intentar despertar casi a diario la atención sobre el conflicto en la comunidad internacional, a la que le guarda varios reproches.Montes tomó como un gesto invaluable el envío a Bagdad del cardenal Fernando Filoni, ex nuncio del Vaticano en Irak, hace unos días, quien llevó el mensaje personal de Francisco y un aporte material de un millón de dólares.
"El Papa utiliza todos los medios de comunicación para pedir la ayuda. Es la voz que no calla en defensa de este país. Esto es un enorme consuelo para los cristianos", dice el religioso, y aclara que no se comunicó con Francisco porque "el Papa habló con las personas en la zona más castigada".
Montes recuerda las palabras del pontífice cuando pide una intervención extranjera ante el avance de EI al asegurar que "es legítimo defenderse ante un agresor injusto", pero es crítico con los bombardeos de Estados Unidos, porque lo considera "un parche".
"Hacen bombardeos para que el Kurdistán no caiga en manos de EI. Está cuidando sus intereses. No piensa en los pobres cristianos. Lo que el Papa ha pedido es que la ONU y las potencias del mundo tomen la decisión correcta de cómo detener esta masacre", dice, y exige que se investigue y se castigue a los países vecinos que financian a EI.
"Uno de los grupos más brutales y asesinos de la historia sigue recibiendo ayuda", subraya con indignación. En ese momento, se le vienen a la cabeza los cuatro años en que, en vano, deseó que los cristianos pudieran vivir en paz en Irak.
Fuente: LA NACION
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