«El linchamiento del 28 de septiembre de 2015, cuando el musulmán Muhammad Akhlaq fue asesinado por la multitud, debido a los rumores que circulaban sobre que había comido carne de res, no debe ser considerado como un acto espontáneo de violencia aislada, sino un acto de barbarie planificada por personas que saben cómo disfrutar de la impunidad». Así lo asegura el P. Cedric Prakash sj, que advierte del aumento de la intolerancia en la India.
Según el jesuita, que es director de “Prashant” (Centro por los Derechos Humanos, Justicia y Paz), Ahmedabad, en el estado de Gujarat, el partido en el poder en India, el Bharatiya Janata Party «no puede abandonar a los grupos extremistas hindúes, sus aliados», en una estrategia que «presenta una doble cara de una misma matriz, una más dura, y una más liberal».
«Todo el mundo sabe que no les pasará nada a los autores de estos crímenes atroces», señala el P. Prakash, recordando la masacre tuvo lugar en Gujarat en 2002.
«Este patrón de intolerancia ahora se está tomando como una corriente principal de todo el país», explica el religiosos, que alerta sobre el riesgo de que «se destruya el multiculturalismo, el pluralismo, la tolerancia, el respeto a la diversidad, valores que son una herencia preciosa de nuestra tierra».