Continúan con dificultad los esfuerzos en el ámbito internacional para liberar al cristiano estadounidense Kenneth Bae, detenido en Corea del Norte desde finales del año 2012 y condenado a 15 años de trabajos forzados por “actos hostiles” contra el régimen de Kim Jong-un.
El Gobierno norcoreano ha retirado por segunda vez su invitación a un enviado de Estados Unidos, Robert King, para negociar la libertad del empresario, según informó la agencia AP.
El portavoz del Departamento de Estado norteamericano, Jen Psaki, dijo estar "profundamente decepcionado" por esta decisión. Este domingo pidió la liberación inmediata de Bae y dijo que Estados Unidos seguirá trabajando arduamente con ese objetivo.
La familia del detenido está muy preocupada por su salud, después de su traslado desde el Hospital de la Amistad de Pyongyang, donde se encontraba ingresado desde el verano, al campo de trabajo donde cumple condena, informó el diario Abc.
Las condiciones de estos campos de trabajo son infrahumanas y Bae sufre diabetes, problemas de corazón, piedras en el riñón y problemas lumbares.
Al parecer la decisión del régimen asiático es en protesta por los ejercicios militares conjuntos de Estados Unidos y Corea del Sur, que ambos países tienen previsto realizar próximamente y que Psaki subrayó que no están relacionados con el caso de Bae, quien podría estar siendo utilizado por el régimen para lograr determinados fines políticos.
Según un diario japonés de tendencia favorable a Corea del Norte, Bae habría dicho que le avisaron que el enviado estadounidense sobre asuntos de derechos humanos lo visitaría tan pronto como este lunes y a más tardar a fin de mes.
Kenneth Bae (en la imagen, ante un grupo de periodistas) guiaba grupos turísticos y de negocios en Corea del Norte, pero fue detenido cuando visitaba una zona cercana a la frontera con China, según algunos grupos pro derechos humanos por tomar fotos de niños que mendigaban en la calle (kotjebi).
Durante estos meses de cautiverio, Bae, un devoto cristiano de 45 años, habría reconocido que hacía proselitismo religioso, un delito seriamente castigado por el régimen del dictador Kim Jong-un.
El detenido nació en Corea del Sur, pero estudió en Oregón y residió en Seattle, convirtiéndose en ciudadano estadounidense. Recientemente vivía en la ciudad china de Dalian, desde donde viajaba frecuentemente a Corea del Norte para entregar ayuda humanitaria a niños huérfanos.
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