La azafata Eweida, la enfermera Chaplin, la registradora Ladele y el terapeuta McFarlane, cuatro cristianos ingleses que fueron al Tribunal Europeo de Derechos Humanos: tres ganaron, uno perdió
Observamos que casos como el de «Ladele» son similares, pero no idénticos, a una serie de episodios muy conocidos en los Estados Unidos, como el de «Arlene’s Flowers» (2015), en los que floristas, fotógrafos y pasteleros cristianos se negaron a prestar sus servicios para matrimonios entre personas del mismo sexo. En estos casos, se trata de propietarios de empresas o negocios privados, mientras que la señora Ladele era un funcionario público.
En el caso «Sindicatul» (2012), el TEDH intentó obligar a la Iglesia Ortodoxa y al gobierno de Rumania a aceptar que un grupo de sacerdotes ortodoxos pudiera formar un sindicato hostil a la jerarquía eclesiástica, pero permaneciendo en la Iglesia. Después de las vivas protestas de muchas comunidades religiosas y de la Santa Sede, que veían en esto la clara intención de los jueces de interferir en los asuntos internos de una Iglesia cristiana, la sentencia fue revocada en la apelación, en 2013.
La discriminación puede manifestarse también a nivel administrativo. Según los estudios del sociólogo estadounidense James T. Richardson y otros, en al menos un tercio de los Estados participantes en la OSCE las normas que solicitan a las comunidades religiosas que se registren en las autoridades administrativas locales tienen un efecto discriminatorio respecto a los grupos minoritarios, y muchos de estos grupos son cristianos.
También en este caso, las legítimas preocupaciones sobre «sectas» peligrosas o sobre movimientos radicales o violentos están en el origen de esta normativa. Pero hay un riesgo real de que sirvan como instrumentos de discriminación contra grupos pequeños o poco populares, a menudo de origen cristiano.
Monjas amenazadas e insultadas por laicistas agresivos en pleno centro de Madrid en la JMJ de 2011
Persecución y crímenes de odio
3. El tercer estadio de la espiral de la intolerancia lleva desde la discriminación a la persecución y a los crímenes de odio.
Si el grupo o la organización son malvados y la discriminación no basta para detenerlos, ¿por qué asombrarse si unos extremistas deciden tomarse la justicia por su cuenta y pasar a la violencia?
En Italia, el régimen fascista promovió campañas contra los pentecostales, cuya religión era considerada una amenaza para «la integridad de la raza». A esto le siguieron tanto normas administrativas contra los pentecostales, como agresiones y violencia.
El 28 de julio de 2014, visitando la comunidad pentecostal de la Reconciliación en Caserta, Campania, el Papa Francisco citó «las leyes de esta gente: «va contra la pureza de la raza...». Y estas leyes fueron aprobadas por bautizados. Algunos de los que hicieron esta ley y algunos de los que persiguieron y denunciaron a los hermanos pentecostales porque eran «entusiastas», casi «locos», que arruinaban la raza, algunos eran católicos... Yo soy el pastor de los católicos: os pido perdón por esto».
Como otras religiones, los Testigos de Jehová intentaron inicialmente convivir con el régimen nazi en Alemania. Pero estos intentos fracasaron y al final 11.300 Testigos de Jehová acabaron en los campos de concentración nazis, donde 1.490 de ellos murieron.
A diferencia de los judíos y los Rom [gitanos], perseguidos por motivos raciales, los Testigos de Jehová podían volver a casa y evitar los lager simplemente renunciando a su fe. Pero muy pocos lo hicieron.
Uno de los casos más controvertidos es el de las Femen, un movimiento feminista – y fuertemente anti-cristiano – fundado en Ucrania en 2008. Las Femen son conocidas por sus ataques a iglesias católicas (entre ellas,Notre Dame de París, en 2013), a obispos (como al cardenal español Rouco Varela en 2014) y a símbolos religiosos (Kiev 2012: destrucción de la cruz erigida en memoria de las víctimas de Stalin).
La agresión de las Femen contra el cardenal Rouco en Madrid
Muchos cristianos - y también muchos musulmanes, visto que las Femen también atacan al islam – consideran que las Femen violan sistemáticamente su libertad religiosa. Otros las defienden en nombre de la libertad de protesta. Estos casos muestran lo difícil que es encontrar un equilibrio entre distintos derechos: la libertad religiosa, la libertad de palabra, la libertad de manifestación y protesta.
Ciertamente, la libertad religiosa no puede ser sacrificada en aras de otros derechos, por importantes que sean.
La espiral de intolerancia - discriminación - crímenes de odio afecta a muchos grupos.
Los judíos en la Alemania nazi fueron primero ridiculizados con caricaturas, después discriminados por las leyes de Nuremberg. Así, al final, se llegó a Auschwitz.
Combatir la discriminación contra los Rom y los Sinti es una actividad principal para la OSCE. En muchos países son, primero, objeto de intolerancia mediante estereotipos («todos son ladrones»), después son el objetivo de la ley (pasaportes especiales, dificultades para obtener los documentos) y a menudo son víctimas de crímenes de odio.
Es importante observar que el odio contra los cristianos no está separado de un más general «paradigma de la intolerancia». También el racismo parte de estereotipos, por lo tanto discrimina de manera más o menos sutil y al final deriva en crímenes de odio. En Europa sucede a menudo que comunidades cristianas de emigrantes – africanos, filipinos, coreanos – sean discriminadas dos veces, primero como grupos «extranjeros» y luego como «sectas» que levantan sospechas.
Sabemos que los crímenes de odio contra los cristianos a menudo no son denunciados y son infravaloradosen los documentos y en las estadísticas de las organizaciones internacionales.
Peregrinos insultados por laicistas radicales en el centro
de Madrid en la JMJ de Madrid 2011
Se necesita una mayor colaboración entre las mismas Iglesias y comunidades cristianas, los gobiernos de buena voluntad, las distintas policías y la Oficina para las Instituciones Democráticas y los Derechos Humanos de la OSCE con el fin de aumentar la conciencia sobre la gravedad del problema y organizar planes adecuados de prevención.
Estoy también convencido de que el diálogo interreligioso – y el diálogo cultural, extendido a los no creyentes – es una de las claves para prevenir y combatir los crímenes de odio contra los cristianos y los seguidores de otras religiones.
El diálogo interreligioso desmiente el lugar común según el cual las religiones son responsables de la mayoría de los problemas de odio y de violencia. Ciertamente, las religiones en su historia no siempre han estado ajenas al problema de la violencia. Pero más a menudo han sido y son parte de la solución. En algunos países, además, todas las religiones han sido perseguidas por regímenes totalitarios. Y las persecuciones las han enseñado a coexistir en un «diálogo de la sangre».
Para promover la coexistencia religiosa y prevenir los crímenes de odio no es ni siquiera obligatorio negar que, en ciertos países, una religión específica tiene un vínculo único con la historia y la cultura. En Italia, por ejemplo, la misma Constitución reconoce al papel único de la Iglesia Católica en la historia del país. Al mismo tiempo ofrece a otras religiones la posibilidad de colaborar con el Estado y garantiza la libertad religiosa a todas las comunidades que respetan la ley.
El diálogo y las políticas de prevención de los crímenes de odio deben tener en cuenta la historia y las tradiciones específicas de cada país. Y evitar dos extremos: el fundamentalismo, donde una religión discrimina a las minorías religiosas y a los no creyentes, y el laicismo, donde un clima de hostilidad anti-religiosa lleva a la intolerancia respecto a todas las religiones.
El Pontífice Juan Pablo II (1920-2005) escribió que fe y razón son como dos alas, ambas necesarias. Si se intenta volar con una sola ala, el avión se estrella - metafórica y literalmente, como ha demostrado la tragedia del 11 de settembre de 2001.
El diálogo armonioso entre fe y razón, como también entre las distintas religiones y entre creyentes y no creyentes se presenta cada vez más como la clave para prevenir y combatir los crímenes de odio.
(Traducción de Helena Faccia Serrano, Alcalá de Henares)